lunes, 22 de junio de 2015

17.- Cepillo Stanley 13-052

VIENE DE CICLOLITO  19/1/15

Una de las cosas más complicadas de hacer  para mi hasta ahora, claro, eran los surcos o raíles, por ejemplo para los fondos de los cajones. Con formón y cuchillo es muy difícil, lleva mucho tiempo y no quedan perfectos.. Estuve investigando y ahora todo el mundo utiliza la fresadora o router. En mi caso, sigo empeñado en hacerlo todo con herramientas manuales y meter un router en casa sería un desastre... ya ensucio bastante de serrín, no me lo quiero imaginar.
Entonces antes de la fresadora pequeña, quién no podía tener un cepillo tupí industrial cómo lo hacía? Encontré un tipo de cepillo específico para esto, la única solución.
Modernos hay tres modelos  y suben de 300€... imposible. Antiguos está el mítico Stanley 45, pero es muy caro y suele estar en mal estado, a parte, tenía ciertos problemas de diseño... así que busqué la última evolución antes de la extinción, el Stanley 13-050 y encontré la versión reducida el Stanley 13-052, que sólo incluye las hojas para ranurar.

Para entender su funcionamiento no hay que ser ingeniero, pero más abajo lo veréis en funcionamiento.
La pega que pone todo el mundo (frikis del mundo) es la fabricación y acabado. Es un cepillo de fundición con un acabado un tanto pobre y lo peor y que más críticas se ha llevado es el puño de plástico, un horror, un sacrilegio!

Encontré este cepillo en ebay, completo y en muy bien estado, lo conseguí por menos de 50€, una ganga. Las cuchillas estaban afiladas y el cepillo prácticamente intacto, creo que lo habrán usado 3 veces como mucho. Tenía algún poro de óxido y mierda, mucha mierda... los ingleses no se caracterizan por su higiene... lo siento, es una realidad.

Recién sacado de la caja:


Detalle del mango y las hojas llenas de un pringue (no sé que tipo de aceite solidificado) e incluso pelos de las pruebas de afilado, supongo... pero guarros guarros...


Una vez limpio y desmontado me puse a arreglar lo que Stanley había hecho mal, el famoso puño de plástico. De un trozo de leña de la chimenea, encina local (Quercus Ilex o Holly Oak, en inglés), saqué un taruguito muy bonito casi del centro, calqué la silueta y cortar...


Aquí está ya perfectamente tallado y mecanizado. A parte de escofinas, formón y limas le dí un retoque aquí y allá con la dremel, la encina es una de las maderas más duras!


De paso le hice un listón para la guía, no es que haga falta, pero en el mítico Stanley 45 se le ponía y me parece que lo hace más agradable al uso y más bonito. A parte, rozar en la madera con madera siempre es mejor que con metal.

Después de un par de manos de danish oil y cera con carnaúba, el resultado es una pasada.
Las hojas al final las metí en un bote con disolvente y después de frotarlas un poquito con scotch brite y lana de acero quedaron mejor que nuevas (suelen venir con una capa de laca para protegerlas).




Por fin en funcionamiento.


Aquí se puede ver un surco perfecto. Es super fácil de usar, el resultado es perfecto y no tiene pegas, la verdad. Eso sí, siempre con la veta, a contrahilo no sirve para nada. Supongo que si haces unos cortes en la veta exáctamente del tamaño de la hoja siempre será más cómodo que hacerlo a mano con el formón, pero en fin, para lo que es, es perfecto.


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